Residencia Fundación Bilbao Arte

Proyecto Catastros de Agua 2015

Proyecto Financiado por Fundación Bilbao Arte + Fondo Nacional de la Cultura y las Artes, Gobierno de Chile

El proyecto llevado a cabo durante la residencia investiga el agua como medida del tiempo, estableciendo una relación con el río Bilbao. La investigación se enfoca en su recorrido, distancia, forma y flujo, para fabricar una pieza de cerámica, bronce y madera que represente una sección del río, precisamente en el sector de La Peña, Bilbao. La pieza es un circuito de tuberías hecho mediante moldes de yeso, unidos por abrazaderas de cobre y soportado por torres de madera. Como un sistema de tejas de techo, el líquido fluye cuesta abajo por gravedad; el agua extraída del río circula dentro de la pieza para que el fluido, con su ruta sistemática, manche el interior de la cerámica sin esmaltar, funcionando como un reloj temporal que tiñe la cerámica a medida que el agua circula dentro del circuito. El agua desciende por gravedad gracias a un sistema electrónico Arduino, que controla una válvula solenoide y una bomba de agua. La bomba toma agua del contenedor de 10 litros para llenar el tambor de descarga, deteniéndose para dar paso a la apertura del solenoide durante 6 minutos. También se ha filmado con una cámara impermeable, debajo de la superficie del río y el mar. Estas imágenes subacuáticas aportan un medio acuoso a la representación, diferente al nuestro, desestabilizando el espacio.

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UN FARO EN MEDIO DEL OCÉANO

por Andrea Pacheco

Cuando Claudia me invitó a escribir sobre el proyecto que había realizado durante su residencia en Bilbao, le propuse incorporar algunas imágenes, fotografías concretamente,  que pudiesen ofrecer al lector un acercamiento a su práctica artística utilizando como herramienta algo más que las palabras. Por eso, este texto incluye una serie de fotos de carácter más bien doméstico.  Algunas, han sido tomadas con el celular de Claudia tal como se las pedí;  otras son fotos que ella tenía en su página personal de Facebook y gentilmente me las cedió. Estas imágenes no pretenden ilustrar el relato, sino más bien, ser parte de éste. Puede que resulten un tanto obvias, pero en este caso, la literalidad ha sido una opción. Tómense entonces estas fotos como argumentos y sus motivos como evidencia de las ideas que ofrecen estas páginas.

Quiero iniciar este ejercicio crítico recordando la anécdota protagonizada por el curador Harald Szeemann que dio pie a su histórica exposición When Attitudes Become Form: Live in Your Head (Kunsthalle de Berna, 1969), relatada por el propio Szeemann en una entrevista con el curador y escritor Hans Ulrich Obrist. “Aquel mismo día visitamos el estudio de un pintor holandés, Reinier Lucassen, que dijo: ‘Tengo un ayudante. ¿Os interesaría echar un vistazo a su trabajo?’. El ayudante era Jan Dibbets, que nos saludó desde atrás de dos mesas -una con un neón que salía de la superficie, la otra con hierba, que regaba. Me impresionó tanto aquel gesto que le dije a Edy, ‘Vale, ya sé lo que voy a hacer: una exposición centrada en conductas y gestos como el que acabo de ver”. Como Szeemann, con frecuencia me siento completamente fascinada por ciertos gestos o modos de los artistas, actitudes que pueden o no tener relación con su trabajo, pero que “hablan” más profundamente de la persona que es ese artista.  Y la ‘persona-artista’, es cada vez más contundente para mí. Son muchas las cosas que me ofrecen pistas sobre ella:  su tono de voz, el lugar donde vive, su taller, la manera en que acaricia a su mascota, los viajes que ha hecho, los libros que tiene aún sin terminar, sobre su mesa. Detalles, datos menores que me resultan determinantes para comprender y apreciar su trabajo.
En el caso de Claudia, siempre ha sido relevante para mí el lugar y la forma en la que vive. Desde hace unos años,  habita una enorme casona ubicada en la calle Pedro de Valdivia de la comuna de Providencia, en Santiago. Una casa que albergó un colegio privado y que hoy es compartida por varios artistas que tienen allí sus talleres. Claudia, además de trabajar, vive allí de forma permanente. Recuerdo la primera vez que visité la casa y lo que me impresionó que una chica de aspecto tan frágil viviera en un lugar que me pareció tan inhóspito como vivienda. Quizá tuvo muchas razones para decidir vivir allí, desde las más prácticas a los más existenciales, pero hay una imagen que se me viene a la cabeza una y otra vez cuando pienso en Claudia y su trabajo y tiene que ver con esto. Imagino esta propiedad como un faro, una torre alta en medio del océano; desde allí, Claudia observa, investiga y trabaja, con dedicación y en soledad. Rodeada de ‘su mar’, único, turbulento y peligroso a ratos; apacible y hermoso, también.  

El agua es, no cabe duda, esencial en su trabajo. También el tiempo. A través de sosfisticados montajes, ella ha logrado trasladar al espacio expositivo sus investigaciones sobre fenómenos naturales como las fases lunares, las mareas, los remolinos de viento o, como el proyecto al que está dedicado este catálogo, las cuencas hidrográficas. Pertenece a una generación de jóvenes artistas chilenos que se han sentido atraídos por la  observación de la tierra, el mar o el cielo con distintos grados de rigor científico y que han ido generando en los últimos años una serie de obras plásticas, de fuerte espíritu “naturalista”. En su caso en particular, creo que se añade un intento, evidentemente infructuoso,  por controlar estos procesos naturales, generando ficciones, utopías sobre lunas, mares y ríos. Quizá lo que me resulta más hermoso de su trabajo es precisamente esta posibilidad de fracaso de su empeño, ¿cómo controlar la indómita naturaleza de ciertos elementos? Por ello, sus bocetos y estudios de montaje me parecen una parte fundamental de su obra y agradezco que formen parte de esta publicación. 

Ancestralmente y en todas las culturas, el agua ha sido un elemento de enorme carga simbólica. En la historia del arte, ha tenido una presencia inagotable: como parte esencial de las miles de fuentes o pilones de agua que han adornado los asentamientos humanos desde la Antigüedad; en su representación pictórica, con Turner o Manet como auténticos prodigios; en el arte contemporáneo con las obras de Eduardo Chillida o Robert Smithson y la Spiral Jetty como apoteosis del land art, hasta llegar a la conceptualización extrema de este elemento en la controversial obra Vaso de Agua medio lleno, de Wilfredo Prieto. Claudia utiliza el agua en muchos de estos sentidos y por eso menciono este grupo de artistas como ejemplo, pues creo que su trabajo se nutre de todos ellos. Sin embargo, creo que además, es particularmente significativo el uso que da al agua como herramienta de estudio de un territorio.Catastros de Agua es un proyecto que viene trabajando desde hace un par de años.  La propuesta consiste en visibilizar el flujo de los ríos de un territorio determinado utilizando como dispositivos de exhibición piezas bidimensionales (dibujos y acuarelas), video e instalaciones donde  genera un sistema mecánico para hacer fluir el agua por cauces artificiales.  En el caso del proyecto desarrollado en Bilbao, ha creado una pieza compuesta por una serie de torres de madera sobre las cuales ha dispuesto un sistema de canaletas de cerámica; la obra presenta los resultados de su investigación sobre las mareas en la Ría de Bilbao. Quienes han tenido la oportunidad de visitar esta ciudad de la región de Euskadi (en el norte de España), podrán confirmar la trascendencia social, urbanística y económica de esta entrada del mar Cantábrico en la península, que cruza la ciudad como una arteria viva y determinante para la vida de sus antiguos y actuales habitantes.

Esta obra producida y exhibida en Bilbao a fines de 2015,  puede ser considerada una primera fase de un proyecto de mayor envergadura que se encuentra aún en etapa de boceto. En este, Claudia pretende realizar un mapa hidrográfico de Sudamérica, desde el Golfo de Darién, en Colombia al Cabo de Hornos, en Chile. Se trata de una gran instalación que  utilizaría un sistema de mangueras alimentando por garrafas de agua, como las usadas en su anterior proyecto Semi Diurno, para poner el agua en movimiento a través de conductos que simulan ser flujos naturales de agua. De este modo, este proyecto presentaría todos los ríos del continente americano, sus afluentes y condiciones topográficas, en un ejercicio que ofrecerá sin duda  múltiples capas de reflexión sobre una región, América del Sur, que enfrenta y muy probablemente enfrentará grandes desafíos político- territoriales en las próximas décadas. 

Volviendo a Szeemann y su revolucionaria idea de que las actitudes devienen formas. El proyecto Catastros de agua supone un gesto personal, tanto el realizado en Bilbao como el que Claudia vaya a realizar, aún no sabemos dónde ni qué institución tendrá la lucidez de apoyarlo económicamente; decimos que este proyecto supone una elección, una postura vital de alta densidad crítica, sin pretenderlo. Ahí radica el gesto, la actitud más seductora para quien escribe: se trata de un hecho involuntario.  Cuando un artista excede sus propios límites, cuando, pese a su fragilidad, es capaz de habitar un faro en medio del Océano, su trabajo abre una ventana para entender el mundo. 

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